Esclavitud Infantil, a través de los ojos de Dickens

Esclavitud Infantil a la que se refería Dickens

La época industrial tuvo un gran impacto a nivel mundial. Pero lo que para unos significaba crecimiento, para otros era esclavitud. Y en esta ocasión nos vamos a referir a la esclavitud infantil. Dickens fue testigo de ello y quiso plasmarlo en sus obras. Solo le bastaba salir a las calles a caminar un poco. para encontrarse con la miseria y la enfermedad. Todo ello era se traducía para la burguesía en mano de obra barata, que podía ser reemplazada de manera automática.

Y los niños eran la más fácil y desechable mano de obra, de la que aprovecharse. Después de todo eran fáciles de manejar, de manipular y casi no requerían de compensación alguna. No recibían sueldo, se alimentaban de las sobras y si reclamaban eran castigados cruelmente. Toda esta explotación, esclavitud y  muertes terribles ocurría ante la indiferencia de una sociedad que les veía como simples haraganes que debían de ser empleados para que no molestasen en las calles, para que no mendigasen o para que no se convirtiesen en ladrones.

Los oficios para los que se requerían eran los peores, los más peligrosos o aquellos en donde era necesario tener unas características  específicas para suplir la necesidad. Los niños eran pequeños y podían meterse en cualquier lado como sótanos, minas y chimeneas.

Los duros oficios de los niños en la Revolución Industrial

  • Los deshollinadores o los niños trepadores

    Se les llamaba así a los niños que trabajaban limpiando las chimeneas en las casas. Las condiciones en las que estos niños trabajan eran duras y deplorables. Si empezamos por el hecho de que muchos de ellos eran pequeños de tan solo cinco años e incluso cuatro, que no recibían ningún tipo de salario por aquel esfuerzo (Recordemos que eran aprendices) se les mal daba de comer y además, los ponían a dormir en sótanos fríos sin ningún abrigo. De hecho el único cobertor que tenían para taparse del frío, era la manta que se les daba para recoger el hollín y las cenizas que caían de las chimeneas. La misma sobre la que dormían o con la que se cubrían. Algo que además les hizo enfermar.

    Las condiciones en las que trabajaban eran tan duras; la humedad, la falta de alimentación, las largas horas, la insalubridad. Que lo normal era que enfermaran fácilmente. Enfermedades como la tuberculosis fue un común por aquel entonces.

    Además, padecieron de un cáncer testicular llamado “verrugas de Hollín” o “bolas de hollín”, una enfermedad dolorosa que se comía las partes íntimas de los pequeños. Y es que al carecer de cualquier tipo de higiene, pues solo se duchaban una vez a la semana o menos, el hollín se impregnaba en su cuerpo.

    También morían por las caídas desde lo alto de las chimeneas, porque se quedaban atrapados en ellas, asfixiados, o abrasados vivos.

    Muertes por caídas;

    Algunos de los pequeños se quedaban atrapados en las chimeneas y sus maestros para ayudarlos, les empujaban desde arriba haciéndoles caer desde más de tres o cuatro metros de altura. Para un pequeño de cinco u ocho años, desnutrido y sin fuerzas, la caída era mortal.

    Atrapados en las chimeneas;

    Las entradas de las chimeneas eran estrechas y, muchos de los conductos se confundía con los conductos de las chimeneas contiguas. Si el pequeño aún carecía de agilidad, se ponía nervioso o, si  olvidaba el camino de regreso. Éste corrían el riesgo de quedarse atrapado dentro, muriendo asfixiado.

    O si por casualidad el pequeño al resbalar, quedaba atrapado de rodillas dentro de la chimenea, era casi imposible que se pudiese mover o enderezar por la estrechez del tubo. Muriendo igualmente atrapado y axfisiado.

    Abrasados vivos;

    En ocasiones los pequeños tenían que meterse desnudos dentro de la chimenea y algunas aún estaban calientes. Haciendo daño a los pequeños. Por mucho que este llorase y se quejase, el maestro le obligaba a seguir escalando para culminar su faena. Cuando este se negaban, el maestro para obligarlo le ponía brasas ardientes en los pies. Quemandolos cruelmente, haciendo que se asfixiasen, quedasen atrapados y por consiguiente muriesen allí abrazados.

    Trabajos en las minas:

    Otro de los trabajos para los que se utilizaban, era para las minas. Aquellos “tubos subterráneos” peligrosos, con poco oxígeno, poca luz y húmedos en muchas ocasiones, eran el destino de aquellos desgraciados.

  • Al ser tan pequeños, eran ideales para meterse en las minas. Allí se pasaban la mayor parte del día, trabajaban hasta dieciséis horas. Debido a la humedad, que cubría sus cuerpos la mayor parte del tiempo, La tuberculosis era su final. Los que lograban sobrevivir a estas condiciones de trabajo, los que llegaban a la edad adulta, lo hacían en condiciones deplorables. Sus cuerpos deformes por las enfermedades y por el sometimiento a aquellos lugares estrechos, hacía que fuesen rechazados más adelante. Su destino era la mendicidad.
Los Molinos Satánicos oscuros 

Y no nos referimos a las minas subterráneas, no. Así se llamaba a las fábricas de telares en donde los pequeños laboraban. Eran lugares inseguros, oscuros donde los niños trabajan poniendo las bobinas de algodón para hilar. Muchos quedaron atrapados entre las máquinas, siendo mutilados, mortalmente heridos y en muchísimas ocasiones muertos en condiciones aterradoras.

Algunos de los relatos sobre quienes estuvieron en aquellas época podrán leerlos en el siguiente enlace…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Ir arriba